sábado, 4 de septiembre de 2010

Cecilia

Nunca me fui, sólo dejé de publicar...
Pero mi abuela se fue, y quiero subir esto que le escribí cuando empezó su alzheimer.
Gracias a todos los que me llamaron para estar conmigo hoy.
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Cecilia.

Tus ojos reflejan tu celestial forma.
Los años te acercaron mucho más a Dios.
Los datos mezclas y olvidas las cosas.
Sensaciones quedan de lo que pasó.

Tú eres como un mar que ha perdido sus olas.
Eres humo y ceniza de un fuego que se apagó.
La arena borra, tus huellas primeras.
Sensaciones quedan de lo que pasó.

Te vuelves chiquita.
Te vuelves corbada.
Te vuelves más sensible;
y te envuelves en frazadas.

Los días son solos. Cuando se une todo y nada.
Las lágrimas brotan, sin razón. Sólo se escapan.
Inhalas ingratitud; y te sientes una carga.
Tú que exhalas experiencia y nadie quiere asimilarla.
Cuando a quienes les hablaste como a un niño te devuelven la tonada.
Tú te aferras a la vida, con tus manos arrugadas.

La fuerza te abandona y te llega la calma.
Los hechos pierden el orden y los hitos se remarcan.
El pasado te adopta; y le dialogas, y lo palpas.

Ves morir a quienes te vieron crecer.
Te sientas a la sombra del árbol que viste nacer.

Cuando abrazo tantos años.
Cuando miro en tu mirada,
aún siento a esa niña.
Que me mira, desolada.

Raúl Daniel Mazariegos.

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