sábado, 11 de septiembre de 2010

Soy

Demasiado orejón para ser narigón, demasiado narigón para ser orejón. Autocrítico.
Cooperativista de toda la vida, coopero y opero; opero en cambio. Cambista de oficio.
Falso Girondo, un Borges con V chica, apenas un buen Daneri o un mal sofista. Más comprador de libros que lector. Fetichista del papel que se fija en la encuadernación, la edición y que el papel no coma la vista. Ciego en proceso sin apuro de recibirse. Miope y atismático. Veo la vida a través de un vidrio orgánico.
Sermonero de turno, comunista de café, DT de los lunes. Meterete.
Olvidadizo de las fechas, practicante de Memento. Aficionado al cine, la fotografía; admirador de la música-lenguaje que se sabe de manos torpes.
Golosina ácida, diccionario, comedor de coquitos y tomador de mates dulces. Obsesivo que continúa despierto en sueños. Rojo y barbudo, utópico e ingenuo. Pansófico en tendencia. Escritor caminante, pensador paseante. Estudiante de bares. Protector del buen largo plazo de enojos climáticos y catarsis de agua y tinta. Familiero, Banfileño, Unquiniano. Amigo de mis amigos y amigo mío. Monogámico por opción de mi novia, hijo por opción de mis padres, hermano preferido de mi única hermana. Raúl.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Cecilia

Nunca me fui, sólo dejé de publicar...
Pero mi abuela se fue, y quiero subir esto que le escribí cuando empezó su alzheimer.
Gracias a todos los que me llamaron para estar conmigo hoy.
-----

Cecilia.

Tus ojos reflejan tu celestial forma.
Los años te acercaron mucho más a Dios.
Los datos mezclas y olvidas las cosas.
Sensaciones quedan de lo que pasó.

Tú eres como un mar que ha perdido sus olas.
Eres humo y ceniza de un fuego que se apagó.
La arena borra, tus huellas primeras.
Sensaciones quedan de lo que pasó.

Te vuelves chiquita.
Te vuelves corbada.
Te vuelves más sensible;
y te envuelves en frazadas.

Los días son solos. Cuando se une todo y nada.
Las lágrimas brotan, sin razón. Sólo se escapan.
Inhalas ingratitud; y te sientes una carga.
Tú que exhalas experiencia y nadie quiere asimilarla.
Cuando a quienes les hablaste como a un niño te devuelven la tonada.
Tú te aferras a la vida, con tus manos arrugadas.

La fuerza te abandona y te llega la calma.
Los hechos pierden el orden y los hitos se remarcan.
El pasado te adopta; y le dialogas, y lo palpas.

Ves morir a quienes te vieron crecer.
Te sientas a la sombra del árbol que viste nacer.

Cuando abrazo tantos años.
Cuando miro en tu mirada,
aún siento a esa niña.
Que me mira, desolada.

Raúl Daniel Mazariegos.

Creative Commons License

Esta obra está bajo una
licencia de Creative Commons.