A esa hora ya estoy viajando al trabajo, así que me vestí como pude, no me peiné y salí para no llegar tarde.
Cecilia:
Yo:
Cecilia:
Tenés cualquier cosa!!
Llega otra compañera
Yo:
Diana es buena, ella no me dice nada.
Diana:
Qué, del pelo?
Durante la tarde lidié con comentarios y un rulo que me caía sobre los ojos. Haga lo que haga, volvía. Al parecer quería ser pestaña.
Era una madeja de pelos, una nube, una colección de pompones enredados. Todo eso y más.
Para las 17 en lo único en que pensaba era en cortarme el pelo.
Decretado el fin de semana pasé por el video. Desalineado, cansado, y con un Krosty en la cabeza, elijo la película y voy a la caja. La chica y su padre, cámara en mano, hablaban sobre como se rebobinaba esa "cosa".
Pero le queda una foto!
Padre:
Bueno te saco una, la última y rebobino.
Ponete. Atendiendo, atendiendo.
Click
No me dio tiempo a hablar, ya estaba hecho. Linda imagen para la posteridad. Ella, un cliente, mi pelo, y yo. Si la ponen en el negocio me mato/los mato.
Salgo reputeando en silencio pensando "peluquería, peluquería, peluquería", y como soy un tipo con suerte, estaba cerrada por vacaciones.
Recordé que a varias cuadras había una a la que iba de chiquito.
Una en la que el peluquero cortaaaba y hablaba, cortaaaaaba y hablaba.
Fui.
Le aclaré: "muy corto no" (keywords: no), "no te preocupes", me dijo (keywords: preocupes).
Fue en vano. Su boca y la tijera se movian a la par. Alberto seguía con ese vicio más exacerbado que nunca. Y tenía mucho, pero mucho, que contar.
Para verme un rulo voy a tener que ver la foto del video.
Van a pasar muchos meses hasta que el pelo vuelva a ser un tema para mi.